Friday, April 2, 2021

☧ SEGUNDA PALABRA DE CRISTO EN LA CRUZ: “YO TE ASEGURO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”

☧ SEGUNDA PALABRA DE CRISTO EN LA CRUZ: 
“YO TE ASEGURO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”


 


℣ Per signum Sanctae Crucis, de inimicis nostris, libera nos, Domine Deus noster. 
Ĭn nōmine Pătris ĕt Fīliī ĕt Spīritūs Sānctī. 
℟ Āmēn.  
℣ Laudētur Iēsūs Chrīstus 
℟ in saecula saeculōrum! Āmēn. 
San Dimas, conocido como el Buen Ladrón, fue uno de los dos malhechores que según los evangelios fueron crucificados al mismo tiempo que Nuestro Señor Jesucristo. 
Los dos ladrones fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús, uno a su derecha y otro a su izquierda. 
"Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» 
Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. 
Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si Él es el Cristo de Dios, el Elegido.» 
También los soldados se burlaban de Él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» 
Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» 
Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres Tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con Tu Reino.» 
Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»" (Lucas, 23:34-43).
“Se repartieron sus vestidos, echando a suertes” Acaso estas palabras no describen lo que todos los días le sucede al pueblo peruano: Todos los días les quitan sus bienes, sus inversiones, sus pocas cositas que su plata han comprado, acaso el gobierno de Sagasti se los da, acaso se los ha comprado Vizcarra o el Partido Morado. Sus bienes, sus inversiones, sus pocas cositas son producto del propio esfuerzo de trabajo de todos ustedes, son propios del pueblo peruano. Y tienen el descaro de mandar a los serenos, a los policías, a los militares a quitarles lo que ustedes invierten. ¿Acaso los serenos, los policías, los militares, el Partido Morado, los twitteritos no son los criminales que todos los días les roban en su cara? 
Que los obispos de Satanás se hagan los huevones, y comienzan a murmurar, y culparlos a ustedes, y hacerse los “buenitos” porque por ellos ustedes tienen oxígeno. Cuando son las empresas privadas las que hacen eso posible porque el Partido Morado no quiere que ustedes respiren, quieren que se ahoguen, que se mueran, porque así se adueñarán de todo lo poco que ustedes tienen. Si ya les roban a los viudos y a las viudas, y se hacen de las herencias, y estafan a los fieles, y les cobran por lo que es GRATIS, no les quepa duda alguna que se quedarán con todo lo que ustedes tienen. 
“Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres Tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con Tu Reino.» 
Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»" 
“No dices tú que puedes, tú que eres” ¿y por qué no dejan trabajar con verdaderas medidas de protección sanitaria? Porque quieren someterlos y quitarles todo lo que tienen. Eso es lo que quiere esta DICTADURA SOCILISTA. 
Por eso, estos genocidas nunca se salvarán. Pero Cristo quiere escuchar de ti desde el fondo de tu alma arrepentida y triste: «Jesús, acuérdate de mí», “Señor perdóname”, “Sálvame de este infierno”.  Y entonces Él mismo te dirá directamente a ti: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». 
Quien recibiere este mensaje misericordioso en su alma muere en esta sobrevivencia, y vive en la verdadera vida, la vida eterna, en el Reino de Dios. 
Claro, habrá algunos falsos fieles que dirán: “pero yo no me quiero morir todavía”. Total, ¿te quieres salvar, sí o no? Solo aquellos que sobreviven en la tierra les es necesario hacer mucha más PENITENCIA. 
Es por eso, que los que se consagran como almas víctimas al Sagrado Corazon de Jesus por intermedio del Corazón Inmaculado de María ofrecen sus dolores, sus sufrimientos, los insultos y burlas que reciben, las maquinaciones malignas, para salvación de los pecadores, y en esto ofrecen esta vida para al morir por Cristo y Maria llegarse al premio máximo que corona su martirio: la vida eterna. 
Las almas víctimas siempre tienen en cuenta la práctica diaria de las Obras de Misericordia cumpliendo los Mandamientos de la Ley de Dios entendiendo bien las Bienaventuranzas: 
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 
Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. 
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. 
Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. 
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 
Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. 
Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 
No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 
Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 
Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 
Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mateo, 5:3-20).
«Porque si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos» osea, si ustedes no hacen el bien y copian y hacen lo que el Gobierno y la Iglesia satánicas dicen no serán salvos. 
Queda bien entendido que sin necesidad de excomulgarlos, ya el mismo Cristo los apartó de sí y los condenó al infierno a todos y cada uno de los miembros de los gobiernos de Vizcarra y Sagasti, sus familias y amigos. Eso también se ejecuta para la tomberia socialista. 
Y aquí quiero incidir en algo que ya otros hermanos míos, sacerdotes y predicadores, lo han dicho antes, y es que pueden los malditos pueden divertirse a sus anchas todo lo que quieran lanzandonos a los leones, pero esa gloriosa muerte que nosotros tengamos no es olvidada por Dios. Además, esos tontos nos hacen un favor, el de gozar del Reino de los cielos en el que tanto ansiamos todos nosotros, la Verdadera Vida, aquellos pueden quedarse con esta falsa realidad en la que sobrevivimos, la antesala del infierno. 
El anticristo se divierte hoy como cuando se divirtió a sus anchas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y de los Dolores de Nuestra Señora, la siempre Virgen María.  
El Partido Morado puede hacer lo que le plazca con nosotros, pero ellos no gozarán de la Misericordia Divina. 
Las cosas caen por su propio peso, y la muerte que les espera a todos los que se gozan de este Socialismo será una muerte muy sangrienta y sin piedad. 
Dios es Justo y Verdadero, tanto es así, que durante estos últimos meses, hemos albergado a muchos desertores del bando maligno, que verdaderamente se han arrepentido de seguir los mandatos de Satanás. Un solo ejemplo: el comandante que ultrajó y torturó a unos de nuestros sacerdotes por llevar la Sagrada Extremaunción a un moribundo y se burló de la Sagrada Eucaristía, tocó nuestra puerta porque su madre y su esposa estaban muy mal y necesitaban de oxígeno, ¿quien atendió esa súplica? El mismo sacerdote que fue víctima de ese policía quien luego de confesarse y de renegar de la masonería socialista no solo obtuvo la absolución de sus pecados, sino que con solo las palabras del sacerdote: “Vete en paz, en Señor las curara a las dos” las dos mujeres quedaron curadas, y ahora esa familia dejó la oscuridad y las tinieblas, y hoy viven entre nosotros en paz y misericordia. 
Y ahora yo pregunto: ¿por qué el clero de Satanás no cura ni salva? La respuesta es que NO son de Dios sino que sirven a Satanás. 
"Jesús convocando a los Doce discípulos, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia, y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. 
Y les dijo: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos, dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 
Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. 
No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni pan, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.
Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. 
En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» 
En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. 
Al entrar en la casa, saludadla. 
Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. 
Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. 
Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad. 
Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. 
Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. 
Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. 
Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros».
Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes. 
Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle. 
Cuando los apóstoles regresaron donde Cristo, le contaron cuanto habían hecho. Y Él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Betsaida. Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y Jesus, acogiéndolas, les hablabla acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.» Él les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.» 
Pues había como 5.000 hombres. 
Jesus dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.» 
Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. 
Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. 
Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos. 
Y sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y Él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 
Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.» 
Jesus les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.» 
Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.» 
Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de Mí y de Mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. 
Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.» 
(Mateo 19: 1, 5-20, Lucas, 9:1-27). 
Si estos que se dicen obispos, sacerdotes y religiosos de la Iglesia fundada por Cristo NO CURAN NI SALVAN, sino que engordan sus ganancias a costa del pueblo peruano, NO SON DE CRISTO NI VIENEN DE DIOS. Estos malditos que los engañan, roban y asesinan solamente sirven a Satanás. Si no curan ni salvan ni alejan demonios es porque no descienden de los apóstoles ni tienen por cabeza a Cristo Jesus. 
En cambio, ustedes nos ven sacar en procesión al Santísimo Sacramento para bendiciendo sus hogares y trabajos, alejar toda peste, toda pandemia, para curarlos y sanarlos en el Sacrosanto Nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Ustedes mismos nos acompañan en nuestras labores cotidianas y no nos ven con equipos de protección personal y quejarnos de la basura y la pestilencia, ni hacernos los delicados y exclusivos de no entrar en lugares peligrosos y marginados, en todas partes está Cristo pobre, Cristo doliente, Cristo sufriente. Es por eso que cuando estos confiesan solo se enteran de lo que la gente hace pero no tienen poder de absolución de los pecados, no pueden convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre del Señor porque no pueden consagrar, matrimonio que hagan no pueden bendecirlo, todo lo que hagan es invalido y está condenado por Dios, y es que el Espiritu Santo Paraclito nunca ha habitado en ellos. La mona así se vista de seda, maldita mona se queda. 
Porque ustedes tienen tiempo, lugar y espacio para comer, estudiar, trabajar, ayudarse, y vivir en comunidad en paz, justicia y amor ante la Misericordia de Dios, y estos que son el clero maligno y los fieles del demonio no lo sienten asi, la razon es que NO obedecen a Dios, por eso NO viven por Dios, para Dios ni en Dios. Todo es apariencia, todo es irreal, todo es mentira, y como ya sabemos se alimentan del estiércol del diablo y viven al estilo del padre de la mentira. 
Si provienen de Dios, si Dios los autoriza, si cuentan con el poder divino que saquen y echen a todos los demonios, que expulsen a los espíritus inmundos, y curen toda enfermedad y toda dolencia, que sanen a los leprosos y enfermos terminales, que hagan milagros con los alimentos y las medicinas, que les provean de las vacunas, plantas de oxigeno, equipos de protección personal, y camas UCI. Ah, allí está el asunto, NO PUEDEN. ¿Y entonces porque aquí nosotros si vemos el bienestar del pueblo de Dios? ¿Qué tenemos un muro mágico o castillo de cuento de hadas? No, la verdad es la que Dios nos da, la Fe. 
El Señor no nos ha puesto en este mundo para estar en inauguraciones o aparentar que hacemos lo que nunca hacemos, el sacerdote tiene por misión salvar, curar, corregir y amonestar clavados en la cruz que nos da Dios. A aquellos que se dicen “sacerdotes”, solamente los van a ver dándoles la espalda a Dios y nunca jamás crucificados en la cruz. 
Miren, ustedes son testigos presenciales de que nosotros no tenemos nada ni sotanas nuevas, vivimos nuestra pobreza, con suma humildad, pobreza y dependemos de la santa caridad que les infunde Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora, la siempre Virgen Maria. Camionetas, guardias de seguridad, y lujos nos son innecesarios porque nuestra única y verdadera riqueza es la Fe en Cristo Jesus, Vivo y Verdadero, con el Espíritu Santo que habita en nuestros corazones, y Dios rigiendo nuestras obras de bien, ¿para que cosas materiales que nos son obsoletas y que sobre todo no nos llevaremos con nosotros al morir? Los bienes terrenales son cosas efímeras y superfluas. Ustedes mismos viven con alegría el tener lo necesario, ¿para que más? 
¿Ustedes han visto a Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio o Pedro Ricardo Barreto Jimeno? Esos no sacan al Santísimo para bendecir, curar y sanar al pueblo, nunca están arrodillados atendiendo más de 8 horas a los pobres y enfermos, nunca jamás los van a ver con Cristo pobre. 
En nuestra prelatura ustedes pueden gozar GRATUITAMENTE de educación, entrenamiento, alimentación, salud, con vivienda, trabajo y oportunidades. ¿Por qué cobrar? Nadie de la Orden Tridentina administra ni se mete a gestionar ni a figura. Todo es administrado por ustedes para ustedes como seglares. «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis» (Mateo 10:8). 
Por eso mismo, Cristo Jesus nos enseña con su ejemplo: 
«No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. 
Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. 
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo, 6:19-22). 
℣ Adoramus Te, Christe, et benedicimus tibi, 
℟ quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. 
℣ Qui passus es pro nobis, Domine, 
℟ Domine, miserere nobis. 
℣ Dominus vobiscum. 
℟ Et cum spiritu tuo. 
℣ Sit nomen Domini benedictum. 
℟ Ex hoc nunc et usque in sæculum. 
℣ Adiutorium nostrum in nomine Domini. 
℟ Qui fecit cælum et terram. 
℣ Benedicat vos omnipotens Deus, 
Pătēr ĕt Fīliī ĕt Spīritūs Sānctī,  
descendat super vos et maneat semper.
℟ Āmēn. 
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