Thursday, December 3, 2020

"LA INMACULADA CONCEPCIÓN" por el R.P. Miguel Ángel Barco

 "LA INMACULADA CONCEPCIÓN" 

Predica por el R.P. Miguel Ángel Barco

APRENDAMOS DE MARÍA: Dicen los Doctores y Padres de la Iglesia, que si se hubiese dejado a la elección de María, o ser Madre de Dios, o ser concebida sin pecado, hubiera preferido la Inmaculada Concepción a todas las otras preeminencias, y a la misma maternidad divina. Conociendo a Dios la Santísima Virgen, y amándole en aquel alto grado en que le conocía y amaba, ninguna gracia, ninguna dignidad la hubiera compensado de la desgracia de haber estado un solo momento en la enemistad de su Dios. Aprendamos de María la idea que debemos formarnos del pecado, cuánto debemos luchar contra él y aborrecerlo firmemente. Cuánto hemos de amar la santa pureza. 
María en su Inmaculada Concepción estuvo llena de una santidad que jamás perdió, y que era incapaz de perderla, no por naturaleza, sino por gracia. Desde el primer instante de su vida, fue abrasada del más puro amor de Dios, inmutablemente unida a Dios, y por un particular favor exenta toda su vida de las faltas aun más leves. ¡Qué gracia, qué gloria la de María en este primer momento! No se puede decir, ni aun se puede comprender este privilegio. ¡Cual debe ser, Dios mío, nuestra admiración, nuestra ternura, nuestra veneración para con nuestra Madre! Hoy es día de gozoso amor y de ferviente oración. Si amamos a María, su privilegio debe penetrar en nuestro corazón; la fe en este privilegio debe excitar la alegría del amor. Este privilegio ha sido reconocido a costa de trabajos y de luchas sostenidas en la Iglesia. Debe, pues, este día llenarnos de un santo gozo; la confianza debe dilatar nuestro corazón; lejos de nosotros los vanos temores, las angustias  las tristezas; excitemos en nosotros la alegría que, olvidada de sí misma, se goza espiritualmente en la dicha santa de la Madre de Dios. Digamos con frecuencia este gozo, y repitamos el cántico de María: Magnificat

Este día debe ser un día de plegaria ardiente, confiada, frecuente, de forma tal que, por toda nuestra vida, inicie en nosotros una devoción especial a la Inmaculada Madre de Dios.